Domingo 1ro de agosto de 2004

La causa judicial de la masacre de avellaneda

“Disparo a una distancia de entre 1 y 2 metros” dice la autopsia de Darío Santillán, “orificio de proyectil tipo ‘posta’ de escopeta o similar” indica la autopsia de Maximiliano Costeki.

Ambos compañeros asesinados brutalmente por proyectiles de plomo, disparados a mansalva por las fuerzas de seguridad.
Los asesinos detenidos Fanchiotti, Quevedo, Acosta, Colman, representados por letrados puestos y pagos por la policía provincial, cuya suerte se definirá en los próximos días, parecen ser los únicos que cargaran con la responsabilidad del operativo represivo que causó la muerte de los dos compañeros y decenas de heridos por balas de plomo. Parecería que estos personajes hubieran podido estar en diferentes lugares al mismo tiempo, disparando por Pavón, tirando por Mitre.

A su vez, dos policías más, el jefe de calle de la Comisaría 1° de Avellaneda, Carlos Leiva, famoso por aparecer en los medios de comunicación vestido de civil, con su polar rojo y blanco, disparando contra los manifestantes y Héctor de La Fuente, habilidoso recolector de cartuchos de balas de plomo por Av. Mitre en Avellaneda, están fugados y, según consta en la causa judicial, serían “intensamente” buscados por sus pares de la policía Bonaerense, como el Comisario Roberto Díaz que concurrió al domicilio de ambos. El acta no tiene desperdicios: “Se toca el timbre y se golpea la puerta en reiteradas oportunidades del departamento de Carlos Néstor Leiva. El resultado es negativo. No siendo para más, nos retiramos”.

Sumado a esta parodia de búsqueda, previo a que el Fiscal solicitara su captura, fueron pasados a disponibilidad por la fuerza, es decir, fueron advertidos a tiempo para que pudieran fugarse.

Los abogados del CeProDH que formamos parte del seguimiento de la causa judicial estamos convencidos que no alcanza con un par de policías encerrados cargando con el fardo, sino que lo que estuvo detrás de esta represión fue un gran operativo conjunto, nacional y provincial, para reprimir a los piqueteros y a todos aquellos que salieron a luchar por sus derechos, por lo que la investigación y las responsabilidades se deben llevar hasta las últimas consecuencias y hasta los responsables intelectuales de la masacre. Como tampoco creemos que la solución este dada por “depurar” esta fuerza asesina, como promete el Ministro de Seguridad Juan Pablo Cafiero, intentando (una vez más…) relegitimar a las fuerzas represivas.

Las movilizaciones que se hicieron en todo el país en repudio a la represión fueron un gran paso en el camino de la lucha por el esclarecimiento y el castigo a los culpables materiales y mediatos de la muerte de Darío y Maxi, y es la fuerza de los trabajadores, ocupados y desocupados, junto al pueblo movilizado la que hará posible el grito de: BASTA DE MUERTE Y REPRESIÓN, CASTIGO A LOS CULPABLES.